Daymé Arocena: "Me apasiona profundamente la resistencia"

Daymé Arocena: "Me apasiona profundamente la resistencia"

Escribir para esta plataforma me ha traído gratas oportunidades para conversar y conocer artistas locales e internacionales. Una de ellas es Daymé Arocena, la cantante de jazz afrocubano quien se encuentra en la isla, produciendo un próximo sencillo que puede convertirse en la oportunidad de producir su próximo disco; “algo más bailable”, asegura. Me encontré con la artista en La Casa del Sombrero, el estudio de grabación del productor musical Eduardo Cabra hasta llegar a Río Piedras a Pasillo Sonoro, otro estudio de grabación donde ensaya junto a Luis Amed Irizarry y José David Pérez para su presentación especial este jueves en Abracadabra en Santurce.  

Daymé en el Paseo de Diego en Río Piedras. | f. D. Alvarado

Y como no todo es trabajo, Daymé aprovecha para conectar con la isla que visita por primera vez. El pasado domingo 28 de noviembre estuvo en el concierto de Sr. Langosta en La Goyco y al preguntarle qué le pareció, pues yo también estuve, me dijo: “Hubo sentimiento encontrados, porque la arquitectura de la escuela es muy parecida a cualquier escuela de La Habana. Me sentí como si estuviera de vuelta en la escuela, como si estuviera en un matutino de la primaria y me recordó muchas cosas… hace ya dos años que no voy a Cuba”.  

¿Tuviste que salir de Cuba para poder hacer tu carrera?, le pregunté. “Mi caso es bastante interesante porque no tuve que dejar Cuba para hacer o continuar mi carrera. Tuve la posibilidad de encontrar personas extranjeras que me han ayudado en mi carrera, que no son cubanas, pero las encontré en Cuba”. Hace dos años vive con su esposo en Toronto, Canadá, quien trabaja en audiovisual y tiene buenísimas oportunidades de trabajo en esa ciudad. 

“La plataforma Habana Cultura puso mucho empeño en ayudarme como artista y a través de ellos, llegué a una discográfica inglesa. No tuve que salir para que ese ojo internacional llegara a mí. Pero, una vez comencé a viajar, comencé a ver las limitaciones tan grandes que tenemos los artistas cubanos, y todas las personas en general, pero especialmente a los artistas, porque no existe una industria. En Cuba si no tienes apoyo internacional, la única opción que te queda es un servilismo gubernamental, el cual no todos los artistas estamos dispuestos a hacer”, asegura Arocena, quien es orgullosamente isleña. “Es bellísimo estar rodeado de mar. Es una bendición recibir toda esa energía del agua, de las corrientes del aire; eso, nos da un sabor especial”. 

Daymé es reconocida actualmente como una de las mejores cantantes femeninas joven de Cuba y ha recorrido distintos escenarios en Europa, Asia y Estados Unidos. Y desde afuera de las costas cubanas, ha podido ver las limitaciones que viven los cubanos día a día. “Es una isla estancada en el tiempo y estancada en una política ortodoxa que no mira hacia el progreso y está estancada en su manera de actuar. Por eso llevan en el poder tantos años inamovible, inquebrantable y todo el que se cuestiona esas cosas, pasa a ser enemigo del gobierno, del régimen que hay en Cuba. Y una vez que abres los ojos ante eso, ya no hay manera de echar para atrás”. 

“La belleza del ser humano es la diversidad. Si no nos permiten ser diversos, es casi imposible avanzar”. 

Y aunque le duele la situación de su país, siendo un poco más romántica y apartándose de la parte más teórica de la situación, Cuba es una fuente de inspiración inagotable al crear su música.  

¿Cómo Cuba inspira tu trabajo? 

“Cuba tiene demasiado que decir musicalmente. Siento que es una sabia inagotable de información. Sobre todo cuando uno quiere indagar e ir a profundidad de nuestra formación étnica; ¿por qué somos así? ¿Por qué lucimos así? ¿Por qué cantamos así? ¿Por qué bailamos así? Cuando comienzas a cuestionarte esas cosas y haces el viaje en retrospectiva hacia lo que somos como nación, en nuestro ADN, te das cuenta que somos la mezcla de muchas cosas muy bonitas, y aprender de eso, toma una vida entera”.  

Son esos rasgos distintivos de una larga historia, los que cargan con una inspiración llena de simbolismos. “Entre lo que comemos, cómo hablamos, cómo nos movemos, cómo sonreímos, hay muchas cosas que van más allá de la música y son fuente de inspiración. Cada día me enorgullezco de ser cubana, creo que sobre todas las dificultades que enfrentamos como cubanos, al fin y al cabo, es maravilloso saber que uno viene de un lugar que tiene tanto legado cultural, tanta mixtura, tanto misticismo”. Un misticismo que surge del choque y la mezcla de influencias que llegaron con el desplazamiento de culturas, religiones y elementos que componen lo que hoy día es la región caribeña, específicamente Cuba.

Desde niña en el mundo del jazz 

Daymé, tiene sus comienzos en la música desde muy pequeña. Viene de una familia amante de la música y estudió música clásica desde los 10 años en dirección coral.  Su padre fue administrador de un centro nocturno, que en sus comienzos, era el lugar de culto de la cantante La Lupe. “Era donde ella se presentaba todos los fines de semana. Yo soy devota de La Lupe, es una de mis reinas, de mis diosas, de mis grandes inspiraciones”.

Es así como indirectamente comienza su formación musical en jazz, aunque de niña creía que el jazz era de gente rara. “Yo creía que era una cosa muy compleja y enredada”. Pero, la vida la llevaba directo por ese camino y a sus quince años estando estudiando en el Conservatorio de Música, surge la oportunidad de cantar con la big band de la escuela. “Lo mío era cantar. Me preguntaron si quería ser parte de la big band y por supuesto di brincos de felicidad. Empezamos a ir a festivales de jazz y así lo descubrí. Luego la big band se disolvió y ahí supe que me había enamorado de esa música, que no podía regresar a lo que originalmente escuchaba. Y ya no pude salir de ahí”. 

Búsqueda inocente en el tambor 

Debido a la escasez de información en Cuba, comenzó a buscar información en lo que tenía accesible. Decidió profundizar donde nunca se había buscado tanto: el tambor. “A mí me llamaba mucho la atención el tambor, el batá, la rumba, los acentos. No tenía libros de escala ni de armonías, entonces decidí juntarme a la gente que hace batá y comencé a intentar el ritmo y el sonido del instrumento para improvisar. Esa búsqueda inocente, a los 17 años, me condujo al camino en el que estoy. Nací en Cuba y eso, por ende, me da una formación cultural musical. Lo más bonito de la improvisación musical es buscar adentro, hacer esa búsqueda interna y exponerlo como la acción más pura de quien soy”. 

“Como artista tienes que saber que tu puedes estudiar los elementos de la música, aprender armonía, aprender de solfeo, aprender de historia de la música, de todo lo práctico teórico. Pero no podemos olvidar cuál es la esencia de la música en sí, que es comunicarse con todo lo espiritual, esto que no se puede explicar, esto que habla más alto que un idioma. La música tiene ese poder”. - Daymé.

Resistencia Caribeña

Para Daymé, ir a sus raíces para buscar esos sonidos y de ahí partir, es y ha sido, un símbolo de resistencia. Y el Caribe está hecho de eso. Los tambores son parte de esa resistencia. 

“Me apasiona profundamente la resistencia. Me apasiona que luego de tantos años de neocolonialismo, ustedes, los puertorriqueños, siguen hablando español, siguen siendo orgullosamente puertorriqueños, defendiendo su comida, su cultura, sus raíces, su forma de hablar, todo”. 

“Como mujer profundamente afrodescendiente siento que todas las veces que he conversado con personas africanas, me digo “por eso somos así”. Cada vez lo entiendo más. Están jodidos, pero están felices. Y eso es lo que les molesta a otros; que seamos felices. Y nosotros como latinos, caribeños y afrodescendientes todos, también lo somos”. 

“El otro día vi una camiseta que decía: “El reggeatón es cultura” y la amé. El reggeatón es un grito de resistencia”. 

“Y ese ritmo, la base del reggeatón, está en todos lados “tum, pa tum pa tum, pa tum pa tum. No puedes evitarlo… ese ritmo te va a llamar por to’ lados. Eso está en la sangre”.

Durante las pasadas semanas ha estado inmersa en el estudio donde están haciendo un primer sencillo con la esperanza de hacer un disco completo.

“El primer disco Nueva Era es worldmusic, el segundo disco Cubafonía, está más enfocado en música cubana y el último disco, Sonocardiogram es más experimental, más jazzy, más dark. Pero durante la pandemia, el encierro y la imposibilidad de cantar y viajar, me afectó muchísimo. Escuchar música era lo que me calmaba, pero no era escuchar jazz, me apetecía escuchar cosas más sencillas y que me hicieran bailar. Y sentí que cuando abrieran las puertas del mundo, lo que quería era bailar. Me puse a buscar en las canciones que tenía escritas y escogí las más bailables y se las envié a Eduardo y conectamos rápido. Estuvimos soñando este viaje por un año, hasta que lo logramos. Él me ha abierto las puertas de su casa y su estudios para crear juntos”.

“La composición es mi mayor regalo. La voz es mi pilar, pero la composición es un regalo constante del más allá”. 

Estoy enamorada de esta isla… yo estoy que me quedo aquí.   

Ensayo junto a Amed Irizarry y José David Pérez para su presentación este jueves 9 de diciembre en Abracadabra Counter Café en Santurce.

Escucha su música aquí:

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