Xochimilco: Trajineras y Muñecas
Mi regalo del 2017 fue visitar México; lugar que en cada rincón guarda una historia que merece ser escuchada. En mi primer escrito sobre México quisiera contarles sobre Xochimilco y la Isla de las Muñecas.
Xochimilco (“La sementera de flores"), es una delegación de la Ciudad de México compuesta por un lago que cuenta con unos canales que se conectan con catorce pueblos. El uso principal del agua del lago es para la agricultura y así es uno de los más importantes centros de comercio y producción agrícola en México.
El viaje en trajinera
La trajinera es una embarcación de madera con fondo plano que navega en aguas poco profundas, y es uno de los medios de transporte que se utiliza para navegar por Xochimilco. Las trajineras son bien folclóricas; cada una va bautizada con un nombre, y con ella la impulsa un remero.
La Isla de las Muñecas
La Isla de las Muñecas es una chinampa, un terreno flotante donde se cultivan verduras y flores, que se ubica en los canales de Xochimilco. Es un lugar lleno de muñecas deterioradas y rotas, colocadas originalmente para “espantar a los espíritus”. A pesar de que muchas personas puedan encontrar esta isla fea, macabra o maldita, para mí tiene una magia especial escondida entre árboles.
Cuenta la leyenda que Julián Santana sentía el espíritu de una joven que murió ahogada y fue encontrada enredada entre lirios, a orillas de su chinampa. Según Julián, la única solución que encontró para ahuyentar el espíritu de esta joven fue colgar muñecas alrededor de la isla. Eventualmente, visitantes y turistas comenzaron a llevar sus propias muñecas para dejarlas en la “isla” y mantener viva esta leyenda.
Don Julián murió de un ataque al corazón en abril del 2001, en el mismo lugar donde fue encontrada la joven alrededor de cincuenta años atrás. Actualmente, el encargado de la Isla de las Muñecas es el sobrino de Julián, Anastasio Santana, quien reside en completa soledad en esta isla y sin energía eléctrica, mantiene el lugar intacto honrando la memoria de su tío. Anastasio recibe visitantes que llegan a su chinampa y muy amablemente los recibe para mostrarles la isla y relatarles la leyenda.
Fotos: Wilmary Ramos | Javier Vélez