Las 10 de Lizbeth Román
Llevo unos cuantos años viendo de cerca el desarrollo musical de Lizbeth Román, desde sus intervenciones experimentales de esquina en propuestas de teatro y danza hasta sus presentaciones musicales en barras y locales abarrotados. A ello sumo su reciente concierto en el Museo de Arte Contemporáneo de Puerto Rico en Santurce, en el que evidenció, ya de manera formal, la magnitud de su talento en tarima, su magia como artista. El concierto sirvió como presentación de lanzamiento de su tan esperada primera producción discográfica: La otra ruta (2017). Como artistas invitados, Román contó con la participación de Mima, Eduardo Alegría, la pianista Brenda Hopkins, el bailador de bomba Lío Villahermosa y la artista muldisciplinaria Marili Pizarro, quien diseñó el arte promocional.
Conversamos brevemente con ella a fin de conocer un poco acerca de su carrera musical. Igual le pedimos sus 10 canciones favoritas.
Nacida en Mayagüez pero criada en Bayamón, Lizbeth Román vivió en Toa Alta, aunque en Trujillo Alto los últimos años. Justo en estos en estos momentos, dice, le ha vuelto a sorprender la mudanza.
¿Cuál es su trasfondo musical? Cuéntanos un poquito acerca de tu carrera hasta llegar a Lizbeth Román y los duendes invisibles.
No vengo de familia de músicos. Mis primeros acercamientos a la música y al teatro fueron muy espontáneos y genuinos. Creo que traía el germen desde ya. Quería estar en todos los talent show de la escuela. Cuando era pequeña jugaba a ser cantante en la marquesina de casa. Me lo tomaba muy en serio. Llegué a montar una banda de peluches con instrumentos de juguetes. Hacíamos conciertos y todo. Desde entonces me tomo muy en serio lo de jugar a cantar. Creo que como a los 17 años entré a una banda de rock y tocábamos en Mosquito Coast en Piñones. Luego pasé por vocalista de banda cover pero no aguanté mucho. Luego de tocar muchas puertas y de un viaje a Cuba, que transformó por completo mi forma de acercarme y de ver la música, entré al circuito de la escena independiente con un concepto que se llamó “Ella”. Luego de rupturas y renacimientos, desde el 2015, aquí estoy con mis “duendes invisibles” (Enrique Chávez, Andrés Cruz y Ariel Robles). Este concepto ha sido un riesgo y una evolución como creadora. Me hace sentir libre y feliz.
También escribes. ¿Cómo entra la escritura en tu proceso musical? ¿Qué rol juega?
Llego a la música justamente por la palabra. Siempre me gustó tratar de articular lo que sentía, lo que vivía, desde la escritura. También jugaba a escribir canciones y cuentos desde antes de lo de la banda de peluches. Le ponía melodía a esas historias, le pedía a mis amigas de la escuela que me dieran frases o pistas de situaciones y me aventuraba a escribir canciones sobre lo que me decían. Creo que eso, sin darme cuenta, me sirvió de taller. Tomé clases de guitarra básica a los 12 años, no pude estar mucho tiempo, pero esos primeros acordes que aprendí me funcionaron para crear mis primeros repertorios. Ahora paso mucho tiempo en silencio, también ahí hay canciones.
¿Qué tal tu abrirte paso de forma independiente?
Ha sido complicado y hermoso. Esa misma complejidad me ha enriquecido como ente creativo. Hay que tener truco, buscarle la vuelta, mantenerse consistente. Estar alerta, alejar o alejarse de lo que no funciona o dejó de funcionar. Ser sincero y al mismo tiempo buscar la manera de generar economía, trabajar de esto y, a su vez, evolucionar el concepto. Es loco, podríamos estar hablando una vida de esto. No ha sido fácil. Creo que no se trata de obsesionarte con llegar rápido a la cima sino de conocer la montaña. Emprender el viaje y hacerse un camino, cualquiera. Autogestionarse tiene algo de sobrepasar inseguridades, lanzarse, tomar riesgos, equivocarse, cambiar la ruta, reírse, brindar, reconectar, dialogar, otra ruta.
¿Cuáles son tus influencias musicales?
Muchas. Se me hace difícil compactarlo e identificar cómo me acerqué a ellas la primera vez. Soy muy caribeña en ese sentido. El caribe es un espacio puente donde han intervenido muchas culturas y, como resultado, muchos géneros musicales. Estoy cruzada por la bohemia, lo tropical, la rumba flamenca, el bolero, el rock, el pop, el “folk”, la bossa, lo urbano… También el teatro y la literatura son influencias que han definido mi proyecto musical.
Descríbenos esta reciente producción musical: La otra ruta (2017).
Es una producción genuina y sincera. Es un disco en vivo que se grabó de manera espontánea, casi por casualidad, en una de las presentaciones que tuvimos en Nueva York en el 2016. Es un retrato de toda esa energía de nuestras intervenciones musicales. La restauración y masterización del audio estuvo a cargo de Néstor Salomón. En los arreglos rítmicos y en la percusión creativa, intervino Enrique “El Peru” Chávez. En las congas, Andrés “Kino” Cruz. En el bajo, y su arreglo, Ariel Robles. Marili Pizarro hizo el arte de la carátula. La producción contiene 13 temas originales y un “bonus track”. El disco es caótico y lindo.
Aquí las 10 de Lizbeth Román:
1. Flores de fuego - Rita Indiana
2. Fiesta de Mujeres - Pedro Luis Ferrer
3. Limp- Fiona Apple
4. Damen - Mima (El pozo)
5. Small Song - Lhasa de Sela
6. Solo le pido a Dios – Mercedes Sosa (León Gieco)
7. I put a spell on you - Nina Simone (Jay Hawkins)
8. Oh Qué Será - Chico Buarque y Omara Portuondo
9. Lo demás- Silvio Rodríguez
10. Claridad- Muerdo
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