Psiquis: una atrevida y guapa apuesta sonora y de luminotecnia
En el centro del escenario un cuadrado lleno de arena y piedras delimitado por una franja azul. Tuberías y pequeños abanicos en las cuatro esquinas del cuadrado. Butacas en tres de los cuatro lados de la sala y arriba no más que luces en espera. Tras el apagón inicial, una intensa exploración lumínica y sonora que adentró al público por poco más de 50 minutos en la cabeza de un personaje que padece el Trastorno de Ansiedad Generalizada. Me refiero a Psiquis, un espectáculo producido conjuntamente entre el "colaboratorio de artistas de la luz" Watts + Lumen y la organizacion sin fines de lucro Enfocarte. El mismo se presentó en cuatro funciones, del 24 al 26 de marzo de 2017, en la Sala Experimental Carlos Marichal del Centro de Bellas Artes de Santurce.
Realizado como parte del Programa de Residencias de Artistas de la institución, y dirigido por Israel Franco-Müller, Psiquis contó una historia a través de la luz y el sonido, sin actores en escena. Se trató de una atrevida pero muy guapa propuesta de "dramaturgia lumínica", según denominada por el propio colaboratorio de artistas. Atrevida por lo inusual de la apuesta, pues la mayoría de la función la sala se trabajó a oscuras; igual el público estuvo siempre atento a lo que sucedía en el cuadrado al raz del suelo, o a los rayos de luz y a las proyecciones arriba. Atrevida además porque son pocas las veces en las que el trabajo lumínico, puntillosamente técnico, es el único protagonista. Pero guapa paralelamente, por su ganadora nitidez, por el ritmo, la armonía y la perfecta sincronía entre los patrones de luz y de sonidos. ¿Su logro?, una interesante y fantástica experiencia sensorial que iluminó desde el caos hasta la belleza. Humo y burbujas fueron sumados como elementos en escena.
Previo a Psiquis, Watts + Lumen había iniciado exploraciones con este fin en febrero de 2016, según Brendalee Morales, una de las diseñadoras de luces y de sonido. En aquel entonces desarrollaron distintas historias que, a modo de colección, se presentaron en el Teatro Experimental (Teatrito) de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras, en nueve funciones. Inicialmente habían proyectado seis. Luego, en verano del mismo año, el colaboratorio de artistas, integrado por ex-alumnos de drama y luminotecnia, fue convocado por Franco-Müller para desarrollar una historia que finalmente presentaron en el Teatro de la Universidad de Puerto Rico. Frente a la oportunidad de traerlo al Centro de Bellas Artes, a raíz de una invitación, el proyecto añadió nuevos elementos y estrategias, incluyendo un libreto. Su dramaturga, la actriz y periodista Viviana Torres Mestey, le sugirió entonces a Franco-Müller el incorporar un personaje en la propuesta, y de allí la idea de que el público entrara en su cabeza.
De hecho, la pieza tuvo una dimensión educativa. Según Torres Mestey, su objetivo fue "comunicar y concientizar que entre nosotros, ahora mismo, hay gente experimentando complejos trastornos mentales. Con este proyecto nosotros queríamos visibilizarlo."
A tono con ese objetivo, y como parte del proceso creativo, Watts + Lumen se adentró en la cromoterapia, aprendió acerca del Trastorno de Ansiedad Generalizada, entre otros; tuvo además consultoría médica, y contó con el apoyo del Centro de Tratamiento para el Miedo y la Ansiedad del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico.
En conclusión: el resultado presentado no fue menos brillante ni menos complejo. Esta es una de esas ocasiones en las que basta decir -sencillamente memorable-.