Hace unos días me topé en las redes sociales con fotografías y vídeos de sus presentaciones, y como siempre, me vuelan la cabeza. Sus piezas de danza son subversivas, disruptivas… que provocan emociones y sensaciones poco usuales. Será porque, como mencionan en su biografía, son un colectivo de “estética precaria”. Y a mi que me gustan las palabras, busco la definición de precario: “es algo de poca estabilidad o duración. Que no posee los medios o recursos suficientes”. Pero es que La Trinchera es diferente. Sus presentaciones están llenas de energía y significados. Movimientos corporales que nos hacen sentir y nos cuentan una historia, y es ahí, justo donde se encuentran sus honestos y poderosos performances. Su propuesta es arriesgada, atrevida, inusual, y sus movimientos se orquestan con el arte lumínico y sonoro para transportarnos a sensaciones y lugares.
Hace unas semanas se presentaron como parte del Festival Coreográfico Contempora 2024 en el Teatro Victoria Espinosa. Y aunque no pude estar presente, por lo que vi en las redes, y como es usual, La Trinchera presentó un show único de esos que nos sacan sonrisas de admiración. Al acercármele para compartir esta noticia, me entero que la pieza de danza AntroLux, es una basada en el concepto y coreografía original de Marili Pizarro, en 2015, hace casi 10 años. Y sí, este colectivo de danza, compuesta por tres bailarinas puertorriqueñas tiene una década de formación.
Conversé con Marili Pizarro y Beatriz Irizarry, a propósito de esta presentación y de cara a sus 10 años y lo acompañamos con fotografía de AntroLux, de la artista visual Alana Serbiá.
AntroLux: casi 10 años después
La Trinchera es un colectivo de danza puertorriqueña compuesto por tres mujeres puertorriqueñas; Beatriz Irizarry, Cristina Lugo y Marili Pizarro. Sus comienzos se dieron desde la colaboración y una relación entre amigas en la danza. AntroLux, fue ese primera presentación en la Sala Beckett de Río Piedras, y en aquel entonces interpretada por Beatriz Irizarry, Cristina Lugo y Paola Adorno. Fue en ese entonces que descubrieron su consigna; su concepto, un colectivo que trabaja condicionado a las situaciones y condiciones que presenten.
“Esta pieza viene del corazón, de cómo nosotras trabajamos y nuestro proceso, que siempre es condicionado a la convocatoria y las condiciones de espacio. La Trinchera, me atrevo a decir, nace de una naturaleza de lugar y condición específica, donde nos estamos ajustando a las condiciones del espacio. Y esta pieza, cuando se ideó en el 2015, surgió como una idea de trabajar y condicionar nuestro trabajo a nuestro gusto, espacio y recursos disponibles. Para el festival del 2015, no contaban con presupuesto para pagar un técnico de luces, por lo que todas las presentaciones irían con la misma iluminación. Fue ahí que dijimos, “vamos a requerir que las luces estén apagadas durante toda nuestra presentación; nosotras haremos las luces”, y eso es convirtió en parte de nuestro concepto, de nuestra consigna”, cuenta Marili.
“Hay algo de nostalgia, de volver a reconectar con esta pieza, y de nosotras mismas tener el control de lo técnico, de la iluminación”. - Bea.
Estética precaria: el corazón de la Trinchera
“Aunque nuestra estética no es precaria, las condiciones bajo las que emerge, es de la precariedad. Somos un colectivo muy preocupado por la plástica de nuestra propuesta. AntroLux encarna eso, es una pieza que no se deja afectar por condiciones o imposibilidades de lo técnico, porque nosotras mismas atendemos lo técnico”.
Y desde esa autonomía performática que se adapta o condiciona al espacio, no tienen miedo de explorar desde sus experiencias siendo mujeres puertorriqueñas y caribeñas. “Somos un colectivo muy preocupado por la plástica y la estética. Son cualidades que queremos seguir nutriendo como parte de nuestro sello y forma de trabajar”. Además La Trinchera es un colectivo consciente de las políticas nacionales e internacionales y utilizan su plataforma para vocalizar denuncias. “No es que esto sea nuestro norte, pero en este contexto que vivimos es lo que nace. Están pasando cosas en Puerto Rico y el mundo que ameritan que nosotras nos unamos a esos reclamos,” añade Marili.
Pero también, sus trabajos se inspiran desde la exploración, la curiosidad y el gozo. “Hay algo de los antojos; antojos de imagen o estéticos. Durante el proceso artístico, hay algo con esa necesidad, que nos dejamos llevar y escuchamos los antojos de las demás; y las tomamos como prioridad aunque aveces suenen particulares [rien]”, Beatriz.
10 años es trayectoria
Durante los pasado años, La Trinchera ha realizado un sinnúmero de proyectos de envergadura artística, social y comunitaria. Entre sus proyectos se encuentra La plástica (2017), Cuca la cuca (2017), El Tarot (2018), Diatomeas (2017), Sofrito de escarcha (2017), Anoxia (2016-2019), CRUDAS (2018), Pataki 1921 (Feb, 2019), Caldero: Recetas de subversión doméstica (2019), NiveI Freático (2019), Carmela (2021), AntroLux (2024).
Y decir diez años en cualquier proyecto creativo, es digno de admirar. Eso nos habla de trayectoria, compromiso y esfuerzo. Una década. En diez años pasan muchas cosas pero lo que sí no pasa es la amistad y la familiaridad que las une, “ese es el factor para esta trayectoria”, afirma Beatriz. “Antes de trabajar, son familia, amigas”.
Para Beatriz, entre ellas hay algo que las une y es la amistad. “Nuestros procesos, tanto livianos como contundentes de diálogo, son procesos que ciertamente, calan en la familiaridad y en el amor. Si no hubiera eso como base, no habría el resto. Todo tiene que ver con el respeto que le tengo a ellas, como artistas, no solo como miembro de La Trinchera, sino como artistas independientes; como mujeres”.
Trabajadoras de la danza: Le hemos dedicado la vida a nuestro cuerpo
Y como profesionales de la danza con una larga trayectoria, este colectivo alerta y combativo, tomó postura en lo que fue un intento de regular la profesión de la danza en Puerto Rico; “Yo, al igual que mis compañeras, estamos completamente en contra de que se regule la profesión de la danza, por múltiples razones. Nosotras sí hemos vivido de la danza. Yo llevo siendo bailarina desde hace más de 35 años. No creo que debamos someternos a ningún escrutinio de este gobierno nefasto y desorganizado. Esto no es una definición que podamos hacer en un párrafo. Estoy completamente en desacuerdo y no debemos bajar la guardia. De la misma manera que se dio, tras puertas, se podría hacer de otra manera” sentenció Bea quien añadió, “Aunque me pareció muy bonito que estuviésemos ahí reunidos, a la vez fue muy preocupante por la razón que estábamos”, al preguntarle de su participación en la convocatoria realizado por profesionales de la danza en contra del PC 2170 que proponía la creación de la “Ley Reguladora de la Profesión de la Danza en Puerto Rico”.
Todos queremos una retrospectiva
Y bueno ¿han pensado sobre el futuro? ¿Dónde ven a La Trinchera en los próximos 10 años?, le pregunté.
“Es una buena pregunta y una linda oportunidad. Pero no nos hemos sentado a reflexionar sobre eso. Ojalá nos llega una oportunidad de hacer un proyecto retrospectivo donde hablemos y presentemos nuestro cuerpo de trabajo en los pasados 10 años. A nosotras nos encantaría tener un espacio de residencia donde podamos crear desde cada espacio. Nos encantan los teatros, los museos, la calle. Nos encantan los procesos. ¡Que venga todo!”
Y aunque el colectivo no se ha sentado a reflexionar en estos 10 años, sí están claras de lo que significa este colectivo para ellas; un espacio seguro, un refugio donde se escuchan, se solidifican y trabajan. Son tres amigas trabajando juntas que han encontrado una buena ecuación.
¡Por 10 años más de La Trinchera!